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MONSEÑOR PREVOST SE DESPIDE DE CHICLAYO: “¡Lambayeque, levántate!”

Escribe: Rosa Amelia Chambergo Montejo
Edición N° 1294

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  • Asumirá el cargo de Prefecto del Dicasterio y será el encargado de la selección de los obispos a nivel mundial.

El próximo 12 de abril el actual obispo de la Diócesis de Chiclayo, monseñor Robert Prevost Martínez, dejará esta ciudad para asumir como nuevo Prefecto del Dicasterio para los Obispos en Roma. A su vez el papa Francisco también lo designó como presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, y le confirió a Prevost el título de arzobispo – obispo emérito de Chiclayo.

“Lambayeque, levántate”, exclamó la autoridad eclesiástica en relación a la situación que atraviesa el departamento por los problemas con la administración pública y el impacto de las lluvias e inundaciones registradas en las últimas semanas.

Monseñor Prevost conversó con Expresión a pocos días de viajar a Roma para asumir esas nuevas responsabilidades. Dijo que ser obispo de Chiclayo ha sido un regalo de Dios y una bendición que le dio el Papa Francisco, y consideró a esta tierra como su casa. Señaló que una herida que queda abierta es la capilla La Verónica, de una importancia histórica para Chiclayo, la cual se cayó a causa de las lluvias de El Niño de 2017 y hasta hoy no ha podido ser reconstruida.

¿Qué significa para usted el haberse desempeñado por ocho años como obispo de la Diócesis de Chiclayo?

Ser obispo de Chiclayo ha sido un regalo de Dios, de la Iglesia y del Papa Francisco, fue algo que jamás imaginé. Esto me dio, además, la gran oportunidad de volver a Perú, donde había trabajado hace varios años atrás (laboró en Trujillo como director del proyecto de formación común de los aspirantes agustinos de los Vicariatos de Chulucanas, Iquitos y Apurímac), y por la experiencia que había tenido aquí (en Trujillo) el Papa me nombró obispo de Chiclayo. Vine con el deseo de caminar con la iglesia y compartir como sacerdote el llamado a servir, acompañar y compartir la palabra de Dios. He aprendido y recibido mucho, espero haber dejado alguna huella en esta hermosa tierra que considero una casa mía, por la comunidad, la fe, la comida. Estoy muy bendecido por todo.

Hay un encuentro de sentimientos por su pronta partida, de alegría porque va a cumplir una tarea muy importante en Roma; pero también de pena por el trabajo pastoral que ha desarrollado y el liderazgo que ha sido reconocido por toda la comunidad.

El martes tuve una reunión virtual con varias instituciones de la región, personas que trabajan con organizaciones no gubernamentales, la Mesa de Lucha contra la Pobreza, que me han expresado su cariño por el trabajo realizado en esta ciudad, indudablemente había sentimientos encontrados. No será fácil dejar Chiclayo. En todos estos años al frente de la Diócesis he comprendido una cosa, que nadie es indispensable, y una señal de que el trabajo que hemos realizado continuará es que hemos sido equipo. El hecho de que me vaya a otro lugar no significa que todo eso se va a perder, porque el trabajo de estos ocho años ha servido para formar equipos sólidos que van a seguir la obra, trabajando en esa misma dirección, por el bien de toda la comunidad, con el compromiso de compartir nuestra fe.

En momentos difíciles para el país, usted ha cumplido un papel importante con la Conferencia Episcopal, ¿qué sensación le han dejado todos estos acontecimientos que pusieron en vilo a la sociedad?

Llevó cerca de cinco años como segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal, he tenido la oportunidad de hablar con los presidentes de la República de este último tiempo, con congresistas, con funcionarios de alto nivel, dando un pequeño aporte, buscando representar la voz de los fieles que tienen derecho a ser escuchados, la voz de los que no tienen voz, no todos tienen acceso a gobernantes de alto nivel. Como Iglesia hemos defendido los derechos de las personas, hemos promovido situaciones que sirvan al bien del pueblo, y eso en momentos de crisis es importantísimo, con el apoyo de muchas organizaciones.

Una tarea pendiente

¿Cuál es su principal legado en este periodo como obispo de Chiclayo, cómo encontró la Diócesis cuando llegó y como la deja?

Han habido cosas muy buenas. Cuando llegué encontré una catedral llena el día de la toma de posesión, los fieles viven su fe con un entusiasmo hermoso. He visto a una iglesia que sigue viviendo aspectos de la fe a nivel de los sacramentos, de la participación en la misa. Al mismo tiempo he podido ver cómo la Iglesia responde desde lo que llamamos la doctrina social, con una preocupación por el bien de los que sufren, caminando -como dice el Papa Francisco- al lado de los más pobres, de los más necesitados, de los excluidos. Hemos acompañado el caso de los migrantes, que también creó momentos de crisis a nivel nacional e internacional, la trata de personas, que son temas donde la iglesia tiene que estar presente. Creo que en estos ocho años la dimensión de la iglesia se ha podido fortalecer, se ha hecho presente al lado de muchos sectores de la población.

¿Qué tarea le hubiera gustado concluir y que queda pendiente para su sucesor?

Hay muchas tareas pendientes, pero una queda como herida abierta que es la capilla La Verónica, de una importancia histórica para Chiclayo, que a causa de las lluvias del año 2017 y la irresponsabilidad de un vecino que hizo una construcción sin autorización, se cayó y hasta ahora no hemos podido hacer algo para volver a levantarla. Hay un comité de apoyo, hemos presentado documentos para ver cómo el Gobierno podría apoyar, eso me hace sentir un poco triste. Pero al otro lado tenemos la iglesia de Olmos que también se vino abajo por las lluvias de ese año, pero su estructura ya está levantada y techada, hemos celebrado la fiesta de medio año de la Cruz de Chalpón, la gente está contenta por su nueva iglesia. Es un ejemplo donde trabajando unidos se puede lograr algo que representa mucho más que un templo, un edificio, la iglesia quiere estar presente en el corazón de una comunidad. Se han logrado cosas, pero quedan otras pendientes, son señales de una iglesia que está viva, que está en camino y que todavía no ha llegado a su destino.

Milagro eucarístico

Respecto al pedido para que Ciudad Eten sea reconocida como tercera ciudad eucarística, ¿El camino para lograrlo aún es largo?

Es un poco complicado por la naturaleza histórica del milagro, hay algunos documentos de la época que dan testimonio del mismo milagro, hay algunos estudios, pero no he encontrado un estudio contundente, con toda la documentación e información que en su momento tendrá que ser preparado y presentado a la Santa Sede, para su estudio y una aprobación final. Es importante buscar una auténtica comunión, unidad del pueblo de Eten mismo, que todavía no se ha logrado plenamente. Como ventaja es que Ciudad Eten ha recibido la visita del cardenal Pedro Barreto dos veces. Personalmente también he presentado al Santo Padre un pequeño libro y algunos testimonios de fieles que han participado en la devoción del Niño del Milagro, el Papa ha mostrado su interés en este tema que sería el único milagro eucarístico, que no son muy frecuentes o comunes en toda la historia de la iglesia.

¿O sea, faltan más estudios que certifiquen esa aparición que hubo en la hostia?

Me dicen que hay archivos en un convento de los franciscanos y que existen algunos escritos, habría que hacer una historia que presente todos los acontecimientos de ese periodo. Ahora que voy a estar en Roma podría dar una mano, porque el Dicasterio de la Santa Sede tendría la responsabilidad de estudiar ese tema.

¿Tendría que venir una misión del Vaticano?

Primero se tendría que terminar de preparar los estudios documentados sobre los hechos, se presenta y allí el Vaticano decidiría qué información falta para completar.

¿Y casi en la misma situación está la causa de canonización de Nicolás de Ayllón?

En Lima ya se ha nombrado hace algunos años un postulador (sacerdote) que tiene que hacer la preparación para la causa de la beatificación de una persona, que requiere mucha documentación, testimonios si los hay, eventualmente posibles milagros. Nicolás era de Chiclayo, pero aquí no hay tanta devoción como en Lima. Además, cuando una causa es muy del pasado y han logrado continuar con una devoción durante siglos, como el caso del Señor de los Milagros, nadie tiene duda sobre ello, esas manifestaciones de alguna forma dan autenticidad o reconocer el valor de una devoción. En el caso de Nicolás Ayllón no he visto esa devoción en Chiclayo.

Nuevas responsabilidades

¿Cuál será su responsabilidad en el cargo que va a ocupar en Roma?

Son dos aspectos, el principal es que el Papa me ha nombrado Prefecto del Dicasterio, que es como un ministerio dentro del gobierno de la Santa Sede, que designa a los Obispos en todo el mundo, pro también hace acompañamientos en casi todo el mundo, buscan pastores con olor de oveja. Y el segundo es ser presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, allá por los años 50 esa comisión fue creada para servir de enlace entre el Vaticano y la iglesia en América Latina. Parece que uno de los factores que el Papa consideró al nombrarme es que he tenido experiencia de la iglesia en todos los continentes, no creo que sean muchos los que hayan tenido el privilegio que he tenido por 12 años como Prior General de los Agustinos, y parte de esa misión era estar presente en los lugares donde la Orden de los Agustinos está presente, he viajado y he conocido mucho, culturas diferentes.

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