Fortunato Salazar Beleván nació el 25 de noviembre de 1952 en Ferreñafe. Fue ejemplo de empresario, dirigente y profesional por su compromiso con Lambayeque.
Ingeniero agrónomo de profesión con maestrías en economía y administración de empresas, fundó la Escuela de Administración de Empresas – ESADE, hoy consorcio educativo ubicado en Reque.
Su hija, Susana Salazar Torres, cuenta que a pesar de sus actividades diarias y su labor en la universidad en la que trabajaba, compartía tiempo con ella. “Mi padre me llevaba y traía del colegio. Lo hizo desde inicial hasta la secundaria. Me ayudaba con las tareas y proyectos que emprendía a mi corta edad”, agrega.
Narra que le encantaba poner sobrenombres a todos y él también los adoptaba. Para sus amigos: “Cachito” y para la familia: “Tito”, fue alegre, juguetón y carismático con los que le rodeaban. Sin embargo, en ocasiones era serio y con la mirada dominante.
Fortunato Salazar cumplió un arduo trabajo desde la Cámara de Comercio y Producción de Lambayeque. Susana Salazar cuenta que en tiempo de elecciones apoyó a su padre en todo el proceso hasta llegar a la presidencia.
Además, fue un gran impulsador del Corredor Bioceánico, conexión entre la Amazonía y Lambayeque. Estuvo convencido que uniendo al Perú, a través de las carreteras, con Brasil, la economía se dinamizaría. Tenía una opinión técnica referente a la Ley de Puertos y apoyó a Puerto Eten en todas las acciones para lograr la ejecución del Terminal Marítimo.
“Mi padre tenía un cariño especial por este proyecto, debido a que en sus primeros años de vida vivió en Puerto Eten, siendo mi abuelo, en esas épocas, administrador del ferrocarril. Estudiaba a diario las posibilidades de la unión con Brasil, ya que los barcos podían anclar con normalidad por el calado que Puerto Eten posee”, cuenta Susana Salazar.
Fortunato Salazar ocupó una serie de cargos públicos. Fue miembro de los directorios de Max Salud, Indecopi, Senati, entre otros. Asimismo, se desempeñó como alcalde de Ferreñafe entre años 1977 y 1979.
Una de las anécdotas más representativas para Susana Salazar fue tener a Fortunato Salazar como profesor, enseñándole Introducción a la Administración, un curso base. Relata que llegaba a clases con mucho material obtenido de sus maestrías y en aula era estricto.
“Llevar el apellido Salazar es motivo de orgullo… Cuando voy a Ferreñafe me siento ferreñafana, pese a que no nací ahí. Mis raíces de Salazar las valoro mucho, es una familia de emprendedores. Hemos salido adelante a base de superación”, expresa.
Recuerda que recibió ayuda de su padre hasta los últimos días de vida. “Antes de fallecer, cuando realizaba mi maestría, debía presentar una monografía. Escribiéndola, mi padre echado en la cama del hospital, me decía: ‘Léela’ y me iba orientando. Siempre estuvo involucrado en lo que hacía”, cuenta.
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