Sube!

EL HIMNO NACIONAL DEL PERÚ: ¿Cuánto refleja el verdadero sentido de la libertad?

Escribe: Semanario Expresión
Edición N° 1213

  comentarios   

Julio César Rivera Dávalos fue auditor de la Contraloría General de la República y ha dedicado varios años de su vida al estudio de la filosofía, centrándose en los himnos y su significado. Resultado de este proficuo análisis, ha publicado obras como “El mito de un símbolo patrio”, “El poder de un símbolo patrio. Clave de la identidad e integridad”, e “Himnos en la actualidad. ¿Para qué?”, esta última con notable impacto, en la que propone un esquema para reflexionar sobre los mensajes de los himnos nacionales y cómo estos calan en el quehacer de sus ciudadanos.

Rivera Dávalos explica que un himno patrio es un símbolo complejo porque está compuesto de signos naturales (los hechos históricos), signos artificiales (voluntad celebratoria) y signos consuetudinarios (creados por la fuerza de la costumbre).

Esta complejidad interna del símbolo hímnico induce a considerar un elevado y delicado equilibrio entre lo emocional y lo conceptual. En consecuencia, precisa que es innegable que un símbolo hímnico genere hábitos y costumbres, los mismos que pueden llegar a obnubilar la percepción del elemento conceptual como justamente ocurre en el Himno Nacional del Perú, donde se practica o tolera un tradicionalismo erróneamente concebido incompatible con una tradición constructiva, potencializándose el signo consuetudinario, debido, entre otros, a una confusión entre lo que significa una tradición constructiva y un tradicionalismo motivado por una equivocada percepción del significante (signo o palabra) y significado (idea o concepto).

“Cuando lo consuetudinario se sobrepone en la vigencia de un símbolo hímnico, da lugar a que en este surja lo intangible, invariable e inmodificable, perdiendo su vitalidad; es decir, cae víctima de un tradicionalismo, reacio a cualquier cambio que asume el pasado de manera conservadora y estática; a diferencia del tradicionismo que hace el pasado de forma creadora y dinámica”, refiere.

El himno peruano

Rivera Dávalos se ha ocupado en demostrar su tesis de que el Perú no tiene un himno patrio, pues considera – resultado de su estudio – que este es un himno falso y no representa a los peruanos, ni posee cualidad alguna de himno, “excepto por su bella música”, que en su opinión juega un rol negativo al facilitar la incidencia dañina de su composición literaria en la mentalidad y en la consciencia nacionales. Para él, el asunto del himno es un tema aún irresuelto a 200 años de vida republicana.

“Mis estudios, análisis e investigaciones del denominado Himno Nacional del Perú, enmarcados en los fines y objetivos de la filosofía hímnica, revelan que este mal llamado himno es anacrónico y tiene un carácter temporal y, como seudo himno, representa una apología al lamento de carácter masoquista que no se sitúa en la categoría de himno por contener mensajes negativos que no contribuyen a la identidad e integridad nacionales, menos a elevar al significado ético-político de la Nación”, señala.

El autor anota que el análisis de la problemática del Himno Nacional no solo implica su carácter interdisciplinario, sino también la complejidad en la que se ha convertido, como consecuencia de las diversas distorsiones, adulteraciones y hasta manipulaciones políticas que ha sufrido a lo largo de su existencia artificial, proceso durante el cual se han producido diversos fenómenos socio-políticos informales y formales, hechos a los que se suma que no existe una historia completa ni verdadera de este símbolo patrio, razones que justifican su análisis desde diversas ópticas.

Aplicaciones

Para arribar a tales conclusiones, el autor ha aplicado diversas ramas de la filosofía que permiten entender los fenómenos que coexisten con el Himno Nacional del Perú. Una de ella es la metafísica, a partir de la cual ha determinado que en el canto nacional se observa la desnaturalización del principio de solidaridad y la distorsión del principio de temporalidad.

Julio César Rivera remarca que cuando el general José de San Martín convocó a concurso la composición de la letra y música de lo que hoy se conoce como himno, lo hizo con la precisión de que se trataba de la Marcha o Canción Nacional, radicando ahí su intencionalidad de no fijar una pieza musical que perdure en el tiempo, sino que exalte el momento que se vivía en 1821 con la gesta libertadora y anime a los peruanos a defender la causa.

“El citado principio de solidaridad se encontraba en forma indirecta e implícita en el coro de la ex Marcha o Canción Nacional, pero se extinguió al cumplir su finalidad en el proceso de la independencia en 1824, con la batalla de Ayacucho y al fenecer su carácter temporal otorgado por el general San Martín, mediante Decreto del 7 de agosto de 1821. El carácter de himno, mal dado a la marcha de 1821, se oficializó con la denominada Ley de Intangibilidad de 1913. Desde una óptica metafísica, no es factible considerar al actual denominado Himno Nacional del Perú como himno patrio por encontrarse en situación anacrónica; contexto en el cual el principio de solidaridad se encuentra ausente y los principios de temporalidad y atemporalidad hacen que estén en permanente colisión e ingresa a un campo lindante con un símbolo antiético por los disvalores que emanan de su símbolo discursivo”, refiere.

El investigador ha aplicado también la fenomenología, la dialéctica, la axiología y la hermenéutica y, además, ha realizado una revisión de los niveles semánticos en lo histórico, político, psicosocial, gramatical, literario y simbólico del llamado himno del Perú, concluyendo en base a ello que la letra entonada no representa un sentir actual y tampoco ayuda a construir una identidad sustentada en los valores de la patria.

El coro

Rivera Dávalos sostiene que la letra del Himno Nacional del Perú, en particular el coro, en esencia representa una celebración anacrónica que personaliza la libertad de manera momentánea, presuntuosa y jactanciosa, reduciendo su trascendencia al exclamar “Somos libres” en lugar de sublimar a la libertad. Explica que su manifestación de carácter temporal y personalizado en la evocación de ser libres, es una simulación de ella; situación que no corresponde a la naturaleza de la libertad, ya que esta, ontológicamente, es una condición de la existencia del hombre y axiológicamente un valor.

“La evocación de la condición de una libertad política obtenida dos siglos atrás y exclamada en un himno patrio, da la idea de una libertad cosificada en el tiempo y de una libertad pasiva que no motiva a la acción e insinúa que el individuo es libre porque la patria lo es, cuando es a la inversa, porque si el hombre no es libre la patria tampoco lo es, dando lugar a un conformismo de dicha condición”, indica.

En el detalle, el investigador precisa que la alusión a la libertad en el primer verso del coro, con la expresión “Somos libres”, connota un carácter personal y temporal que, usualmente, corresponde a ser manifestado cuando el momento y las circunstancias así lo amerita; por ejemplo, para celebrar un acontecimiento luego de su realización inmediata, tal como se produjo con motivo de la celebración de la independencia obtenida en aquella época, en la que fue plenamente válida dicha exclamación, justificándose la inclusión de la frase en la Macha o Canción Nacional, canción motivadora del proceso de independización.

“Dicha exclamación en un himno patrio, en la actualidad carece de sentido por corresponder a una época pretérita ya superada, que luego de culminado el proceso libertario devino en anacrónica, ya que exclamar ‘Somos libres’ da la impresión que seguimos buscando la libertad política, cuando en verdad ella ya fue un hecho y hoy es una realidad, salvo que, inconscientemente, se piense que no somos libres, pero si este es el caso, con mayor razón, no deberíamos pregonar ser libres, porque nos estaríamos engañando.

Anota que axiológicamente la libertad es un valor que se realiza o plasma en el ejercicio de las virtudes e incluso puede ser comparado con el amor, que requiere ser practicado y cuidado en su propia dimensión, para merecerlo. “Es decir, a la libertad no basta tenerla, sino que es preciso siempre atenderla, cuidarla y defenderla para así merecerla”, enfatiza.

De otro lado, la segunda parte del verso inicial del coro “Seámoslo siempre”, si bien responde al deseo de ser libre se encuentra en forma imperativa, al encontrarse el pronombre “lo” como complemento del verbo ser (seamos). Sin embargo, tal carácter imperativo se debilita, debido a que en la ejecución del canto el indicado pronombre “lo” es separado de la última sílaba de la palabra (seámoslo), por la cadencia de la música, perdiéndose el carácter imperativo, y se canta separado, dando lugar a que el verso tenga otro matiz o connotación en el solemne acto de cantar, quedando en el vacío la intención del autor, expresada en el indicado carácter imperativo.

Sexta estrofa

En relación a la sexta estrofa, que se canta en la actualidad en el reemplazo de la apócrifa que iniciaba con “Largo tiempo el peruano oprimido…”, del primer al cuarto verso se sugiere que los Andes, como las zonas más elevadas del país, mantengan la bandera anunciando a la eternidad el esfuerzo con que se consiguió la libertad. Igualmente, del quinto al octavo verso se sugiere la esperanza de vivir tranquilos bajo la sobra de la bandera y de la libertad lograda, por lo que se invoca renovar diariamente el juramento de ser libres ante el Dios de Jacob.

“Si bien dichos versos reflejan belleza y coherencia con el proceso libertador, sin embargo, se advierte que violan los incisos 2 y 3 del Artículo 2 de la Constitución Política del Perú, al limitar la libertad de cultos únicamente al Dios de Jacob, dios de los hebreos o judíos, en lugar de referirse a una sola divinidad con carácter universal, como corresponde a una sociedad con libertad de culto y existencia de varias religiones, así como a un Estado laico”, advierte.

Asimismo, con relación al quinto verso (“A su sombra vivamos tranquilos”), refiere que este uno de los mensajes que, en forma expresa y directa, entre otros factores, pareciera haberse compenetrado más en el modo de vida de la sociedad peruana.

“En efecto, tan grande es la tranquilidad que ella se ha tornado en indiferencia e indolencia cundiendo en la mayoría de la población, la misma que opaca una visión de futuro y nos paraliza para hacer frente a la solución de los múltiples problemas que aquejan al país. Lo expuesto nos lleva a pensar que el denominado Himno Nacional del Perú no traduce las aspiraciones, expectativas, valores y afectos de nuestra contemporaneidad nacional e induce a mantener los complejos, temores y sensaciones traumáticas a las que nos vimos sometidos durante tres siglos de horror en la vida colonial y dos siglos de horror y terror en la vida republicana, debido, entre otros factores más visibles, a que el indicado himno en sus mensajes retroalimenta tales hechos con una historia falseada”, cuestiona el autor.

 

+ NOTICIAS

  • Rivera Dávalos fue uno de los promotores de la supresión de la apócrifa estrofa de “Largo tiempo” del Himno Nacional del Perú.
  • La obra del investigador se ha difundido en Estados Unidos, Irlanda, Chile, Inglaterra y Brasil.

Deja tu Comentario