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EL DESFILE DE LOS CORRUPTOS: ¿Y LOS CORRUPTORES HASTA CUÁNDO?

Escribe Jorge Chávez Pita para la edición N 1151

Somos testigos de excepción del cotidiano apresamiento de expresidentes de la república, líderes políticos, funcionarios con rango ministerial, congresistas, autoridades de gobiernos sub nacionales y locales, operadores de mando medio y ciertos cómplices inmersos en actos corruptos, personas que sirvieron para saquear los dineros del erario nacional.

Incluso hemos podido ver cómo estos actores mañosos, sino se han quitado la vida, han fugado despavoridos con el fin de no ser apresados, arrimándose en territorios fuera del país donde se esconden como roedores. O bien están privados de su libertad o imposibilitados de regresar al lugar de donde se escaparon cobardemente a la espera de que se logre su extradición y ser sometidos a la justicia peruana. Bajo estas circunstancias, cabe la pregunta obligada: ¿y los corruptores hasta cuándo?

Los actos de corrupción provienen de bandas organizadas. Por un lado, los que reciben las prebendas o las coimas y, por el otro, el que las entrega; es decir, el corruptor, quien en la mayoría de los casos también tiene sus operadores que fungen de intermediarios o lobistas y ayudan a consumar el acto corrupto. Por lo tanto, ambos son necesarios.

La no existencia de por lo menos de uno de esos brazos operativos, impediría la consumación del hecho mafioso llamado corrupción. Entonces, si hoy en día aquellos personajes privados de su libertad por condenas consentidas o no, o por prisiones preventivas - mientras se busque llegar a la verdad - son únicamente aquellos que recibieron los dineros mal venidos, es decir los corruptos, nada se está haciendo para que aquellos que actuaron como corruptores purguen condenas o por lo menos estén privados de su libertad o sometidos a una medida coercitiva para que la justicia disponga de  ellos cuando sean necesarios y para descubrir los desmadres que en su momento lograron consumar.

La búsqueda de la verdad es necesaria e ineludible en todo proceso que busca poner en evidencia un accionar delictivo, la justicia por su naturaleza misma debe ser justa, proporcional y razonable.

Si la corrupción sigue imperando en nuestro país y los actores están plenamente identificados – corruptos y corruptores – por qué entonces el pelotón del desfile carcelario solo está conformado, en su mayoría, por los corruptos y no por los que corrompieron. Es una interrogante que hay que responder.

No porque existe el sistema de colaboración eficaz o la delación premiada deben servir únicamente como herramientas para desprenderse de una actuación plagada de mañosería o del arrebato sistemático de la cosa pública.

El equilibrio y la razonabilidad no está imperando en el sistema de justicia, el corruptor seguirá corrompiendo, el corrupto mantendrá su proclividad a recibir dinero mal habido, mientras la justicia sigue siendo irracional, desequilibrada y benevolente con estos personajes que tan solo por contar como una novela los pasos seguidos para corromper, salen bien librados a seguir en su labor de contaminación. En tanto, el robo a mansalva imperante en este tipo de acciones delictivas impera y sigue en un ascenso sostenido, sin que nada ni nadie logre controlarlo.                 

(*) Consultor en Contrataciones del Estado.

 

Jorge Chávez Pita
Fecha 2020-02-20 13:20:39