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LA RESISTENCIA ANTIMICROBIANA: Un problema multifactorial que requiere redefinir estrategias

Escribe: Franklin Aguilar Gamboa (*)
Edición N° 1397

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El descubrimiento de la penicilina marcó un hito en la historia de la medicina, ya que finalmente permitió al ser humano enfrentar las enfermedades infecciosas que, años atrás, habían condenado a muerte a soldados en guerras encarnizadas y afectado principalmente a niños y ancianos con sistemas inmunológicos inmaduros o envejecidos. Este avance, logrado en 1928, alcanzó su máximo esplendor en 1941 durante la Segunda Guerra Mundial, cuando su uso se masificó. Algunos relatos incluso sugieren que salvó la vida de Hitler, quien sufrió graves lesiones y quemaduras tras un atentado con bomba orquestado por conspiradores civiles y militares en la conocida Operación Valquiria. 

Sin embargo, contra todo pronóstico, las bacterias desarrollaron rápidamente resistencia al uso masivo de la penicilina. La resistencia a este antibiótico fue identificada por primera vez en 1944, solo unos años después de que comenzara su producción en masa. A medida que avanzábamos en el descubrimiento de nuevos antibióticos y la creación de fármacos, los microorganismos, especialmente las bacterias, demostraron una sorprendente capacidad de adaptación, desarrollando mecanismos de resistencia que socavaron nuestros logros. 

Durante las últimas décadas, se ha evidenciado una carrera desigual entre la producción de antimicrobianos y la aparición de bacterias resistentes. La innovación en el desarrollo de nuevos fármacos se ha desacelerado considerablemente, por múltiples razones: falta de incentivos económicos, bajo interés de la industria farmacéutica, complejidades regulatorias, mayores exigencias éticas en los ensayos clínicos, y una creciente dificultad para encontrar nuevas moléculas efectivas. Mientras tanto, la resistencia antimicrobiana (RAM) no ha hecho más que crecer.  

Las proyecciones son alarmantes. Para el año 2050, se estima que la RAM causará cerca de 1,91 millones de muertes directas a nivel mundial. Las regiones más afectadas serán Asia Meridional, América Latina y el Caribe, donde la combinación de sistemas de salud frágiles, uso indiscriminado de antimicrobianos y pobreza estructural agravarán el problema.

En mayo de 2024, la OMS actualizó su Lista de Patógenos Bacterianos Prioritarios (BPPL, por sus siglas en inglés), una herramienta clave que clasifica a 15 familias de bacterias resistentes a los antibióticos en tres categorías: críticas, altas y medias. Esta clasificación tiene como finalidad orientar la investigación y el desarrollo de nuevos antibióticos y terapias innovadoras que puedan hacer frente a esta amenaza creciente. Entre los patógenos catalogados como de prioridad crítica destacan: Acinetobacterbaumannii, el grupo de los Enterobacterales y el temible causante de la tuberculosis, Mycobacterium tuberculosis, resistente a rifampicina. Esta última, continúa siendo un patógeno comunitario de alto impacto, especialmente en países en desarrollo. En el caso de Perú, este bacilo presenta altas tasas de resistencia, lo que lo convierte en una preocupación prioritaria para la salud pública nacional.

Más allá de la presión selectiva: una visión multifactorial 

Tradicionalmente, la RAM se ha explicado principalmente como una consecuencia de la presión selectiva ejercida por el uso excesivo e indiscriminado de antibióticos. No obstante, hoy en día se reconoce que es un fenómeno mucho más complejo, influido por múltiples factores que interactúan a distintos niveles. En este contexto, el enfoque OneHealth —que integra la salud humana, animal y ambiental como partes interdependientes de un mismo sistema— ha cobrado relevancia para entender mejor cómo se generan y diseminan las resistencias a través de diversas redes de transmisión. Sin embargo, si bien esta perspectiva es valiosa para visualizar el problema de manera holística, se requiere un análisis más específico y detallado de los factores que actúan en cada uno de estos ámbitos para diseñar intervenciones efectivas. En este sentido, se han propuesto cuatro niveles clave que permitirían abordar esta complejidad desde una mirada multifactorial e integrada. 

Factores globales

En el plano global y nacional, la RAM está fuertemente influenciada por la globalización, los viajes internacionales y el comercio transfronterizo. Estos procesos facilitan la diseminación de bacterias resistentes entre países y continentes, incluso en ausencia de contacto directo con antimicrobianos. Por otro lado, el cambio climático también desempeña un rol creciente, ya que modifica los patrones de distribución de vectores y patógenos, generando nuevas dinámicas de transmisión de enfermedades infecciosas que a menudo requieren tratamiento antimicrobiano, lo cual puede alimentar el ciclo de resistencia. 

La agricultura y la ganadería intensiva constituyen otro factor relevante, dado que en muchos países se utilizan antibióticos como promotores de crecimiento animal o como medida profiláctica, lo cual contribuye a la selección y propagación de bacterias resistentes en el medio ambiente y en la cadena alimentaria. Por otro lado, los conflictos armados y los desplazamientos forzados interrumpen los sistemas sanitarios y generan condiciones propicias para el uso no regulado de medicamentos. La desigualdad en el acceso a servicios de salud y medicamentos seguros y de calidad también es un impulsor crítico de la RAM. En algunos contextos, la escasez de antibióticos adecuados conduce a su uso inadecuado o a la automedicación, mientras que en otros, el acceso excesivo sin regulación fomenta la prescripción innecesaria. Finalmente, factores socioeconómicos como la pobreza y la exclusión, influyen directamente en los comportamientos frente al uso de antimicrobianos, desde la automedicación hasta el incumplimiento del tratamiento. 

Redes comunitarias y locales 

A nivel comunitario, los factores culturales y sociales tienen un peso significativo en la forma en que las personas perciben la enfermedad y responden a ella. Creencias tradicionales, desconfianza hacia los servicios de salud, o el valor simbólico atribuido a los medicamentos, pueden llevar a prácticas inapropiadas en el uso de antibióticos, como su utilización para tratar infecciones virales o la suspensión prematura del tratamiento. A esto se suman deficiencias en el acceso al agua potable, el saneamiento y la higiene, condiciones que aumentan la carga de enfermedades infecciosas y, por tanto, el uso de antimicrobianos. 

Factores relacionados con el prescriptor 

El papel del personal de salud, especialmente de quienes prescriben antimicrobianos, es fundamental en la lucha contra la RAM. Su nivel de formación continua y su acceso a actualizaciones clínicas influyen directamente en la calidad de la prescripción. En contextos donde el personal médico no cuenta con capacitación suficiente o donde no existen guías clínicas actualizadas, es más probable que se recurra a tratamientos empíricos, muchas veces inadecuados o innecesarios. 

Asimismo, las condiciones del entorno también condicionan las decisiones médicas. La falta de recursos diagnósticos confiables, como pruebas rápidas o cultivos, obliga a los prescriptores a basarse en síntomas inespecíficos para tomar decisiones, lo que incrementa el riesgo de sobreprescripción. A esto se suman presiones sociales, culturales o institucionales, como la expectativa del paciente de recibir una receta o la política interna de ciertos establecimientos que favorecen la rotación rápida de pacientes, sacrificando la calidad del diagnóstico. 

Factores asociados al paciente 

Por último, el comportamiento y las características individuales del paciente desempeñan un rol importante en la propagación de la resistencia. Las creencias personales sobre los medicamentos, la confianza en el sistema de salud y el conocimiento sobre las infecciones y su tratamiento son determinantes clave en el cumplimiento del tratamiento antimicrobiano.  

Pacientes con enfermedades crónicas, inmunodeprimidos o con malnutrición pueden tener mayor exposición a antibióticos por infecciones recurrentes, lo que aumenta el riesgo de colonización por bacterias resistentes. Asimismo, la polifarmacia y el autodiagnóstico también son problemáticas, ya que muchas veces los pacientes reutilizan antibióticos previamente recetados o consumen tratamientos inadecuados para su condición. 

Frente a estos factores, en los últimos años las Tecnologías de Salud Digital (DHT) han surgido como herramientas clave en la lucha contra la resistencia antimicrobiana (RAM), abarcando tecnologías como la información sanitaria, dispositivos portátiles, salud móvil, telesalud, medicina personalizada e inteligencia artificial (IA). Se estima que el mercado global de salud digital alcanzó un valor de 211 mil millones de dólares en 2022 y proyecta un crecimiento anual del 18,6%. Las DHT optimizan el uso de antibióticos y mejoran la precisión diagnóstica, como se evidenció en un ensayo en Tanzania donde una herramienta digital redujo la prescripción innecesaria de antibióticos del 70,1% al 23,2% sin comprometer la seguridad del paciente. Sin embargo, su implementación enfrenta desafíos como infraestructura tecnológica inadecuada, conectividad limitada y falta de interoperabilidad. La IA tiene un gran potencial para analizar datos clínicos y mejorar la prescripción y el diagnóstico, pero la mayoría de sus aplicaciones han sido probadas en países de altos ingresos y carecen de evidencia sólida para su uso generalizado. Además, la escasez de datos de alta calidad limita la efectividad de los modelos predictivos en situaciones clínicas reales. 

Finalmente, la resistencia a los antimicrobianos no es solo un fenómeno que deba abordarse desde una perspectiva microbiológica, sino también social, económico, ambiental y tecnológica. Requiere un enfoque integral, basado en la colaboración intersectorial, el fortalecimiento de los sistemas de salud, la educación médica continua, la participación comunitaria y el aprovechamiento de la tecnología digital e inteligencia artificial. la investigación científica y la innovación tecnológica deben avanzar de manera coordinada para evitar un futuro en el que las infecciones comunes vuelvan a ser letales.

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(*) Past decano del Colegio de Biólogos de Lambayeque

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