Sube!

Callar no es opción

Escribe: Zuliana Lainez Otero (*)
Edición N° 1413

  comentarios   

Los tiempos hostiles requieren un coraje singular. Dos comunicadores asesinados en lo que va del año. Gastón Medina, en Ica. Raúl Célis, en Iquitos. Igual modus operandi: sicariato al servicio del mejor postor. El objetivo éramos todos. El mensaje era colectivo. Eso es lo que vale la vida de un periodista en el Perú.

Más de 180 periodistas han sido blanco de ataques en lo que va de este 2025. Los agresores están enquistados en todos los poderes del Estado. Un Ejecutivo cuya cabeza no solo guarda silencio, sino que apadrina -con ese mismo mutismo- intentos de criminalización del periodismo. Un Poder Legislativo que cada 60 días presenta una iniciativa que tiene impacto en las libertades informativas. Un Poder Judicial cuyas Cortes Superiores se asumen fortines impenetrables desconociendo la naturaleza pública de sus haceres -como pasó en Lambayeque cuando se procuró cerrar las puertas a reporteros y reporteras- por “razones de seguridad”. Fiscales que pretenden ignorar los alcances del secreto profesional y te dan “ultimatos” de 24 o 48 horas para no denunciarte por “desacato a la autoridad”. Reglaje, pedidos de garantías contra periodistas, falsas acusaciones de pertenencia a organización criminal. De todo para hostigar, para intentar callarnos.

Les incomoda

Son tiempos recios, con un periodismo “literalmente” bajo asedio. Con periodistas a quienes se les pretende asfixiar en un contexto adverso en el que hacer periodismo, periodismo con todas las letras, es la bomba de oxígeno de una democracia en cuidados intensivos. Los autoritarismos tienen siempre como blanco deliberado a la prensa. A esa prensa que es incómoda, que persigue la verdad, que cuenta aquello que se intenta mantener en silencio. Esa prensa que se convierte en bastión de institucionalidad en circunstancias en que diversos actores del Estado se mueven de manera sincronizada, al compás del secretismo, la puya, la embestida.

Esa prensa que destapó lo de los “Rólex”, el “Cofre”, las “cirugías”, Qally Warma, la tesis perdida de la señora Acuña, los “cócteles” de Fuerza Popular, los “Niños” de Acción Popular, los Dinámicos del Centro, los “Mochasueldos”. Esa prensa que le saca los colores a autoridades regionales y locales. Esa que no olvida nunca cuál es su razón de ser. Esa que también sabe deslindar de prácticas que se alejan del noble oficio de informar. Esa que defiende con frenesí cualquier ataque del derecho de la gente a saber pero que también asume con convicción que bajo el paraguas de la libertad de expresión no puede cobijarse la discriminación o el discurso de odio. Esa prensa que no da un milímetro de concesión a la legítima demanda de rigor en su actuación.

Tiempos de Expresión

Son tiempos enrevesados para una actividad muchas veces incomprendida, precarizada, agotadora. Son tiempos escabrosos para una labor imprescindible. Y más si se trata de la prensa local, de esa que sabe de necesidad. De esa que a pesar de la fragilidad de su subsistencia no se silencia. Esa que sabe vivir en el terreno, que se cultiva caminando la calle. Esa prensa -y más si aún se mantiene en papel- hay que celebrarla. Llegar a los 32 años en el periodismo impreso -como lo hace el semanario Expresión de Chiclayo- es una verdadera reafirmación de principios. Expresión nace en 1993, en pleno gobierno de Alberto Fujimori, tras el autogolpe de 1992 -y lo que eso significó para la libertad de prensa en el país- en pleno año del Congreso Constituyente Democrático (CCD). Sus 1412 ediciones han relatado su lectura del Perú durante los gobiernos Valentín Paniagua, Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra, Manuel Merino, Francisco Sagasti, Pedro Castillo y hoy Dina Boluarte.

Las páginas de Expresión, en estas poco más de tres décadas, son también patrimonio histórico de Lambayeque. En ese espíritu de cronistas de lo cotidiano, sus páginas, como pasa con los medios de las distintas jurisdicciones del país serán en el futuro archivo de lectura obligada en la reconstrucción de la memoria de lo sucedido en el norte del país.

En tiempos tan inclementes como los que vive el periodismo y la libertad de prensa, semanarios como Expresión son también bastión de resistencia. En un país en el que la impunidad, no solo de los crímenes, sino de los ataques a la prensa son el signo de todos los tiempos, en el que se normalizan las agresiones, en los que se estigmatiza la labor de informar, en los que se pretende mellar la confianza de la gente en el periodismo y en los medios, las canteras del buen periodismo son esenciales. Hoy más que nunca se necesita más y mejor periodismo, se necesitan periodistas que evoquen como un mantra los principios básicos de nuestra actividad, sabiendo que la prensa no existe para agradar al poder, sino para vigilarlo, advirtiendo que la prensa libre es un derecho, no un lujo.

---------

(*) Presidenta de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú.

Deja tu Comentario