En el siglo XIX, España vive una de las épocas de mayor decadencia política, económica y social la cual se atribuye al reinado de Fernando VII. Si bien hereda de su padre Carlos IV, quien abdica en favor de su hijo, una economía bastante debilitada, éste no es capaz de levantarla. Hechos adversos como la ocupación napoleónica; la emancipación americana; y el fracaso de programas fiscales para una mayor recaudación tributaria tras gastos desmesurados, como el reflotamiento de su armada naval con la adquisición de buques rusos considerado como una mala gestión y despilfarro del erario fiscal, hunde a España en una fuerte crisis de deuda. De La Iglesia (2007) traduce su falta de liderazgo, arrogancia y absolutismo en una anécdota brillante: “sus seguidores le colocaban las bolas de billar para que pudiese lucirse públicamente con facilidad”.
Uno de los principios básicos de las ciencias políticas es, sin duda, la legitimidad. Según Martin (2001) comenta sobre la imperiosa necesidad de un sistema político democrático para que haya legitimidad y mecanismos que reduzcan la intensidad de la división política que, a su vez, se encuentran íntimamente relacionados con el desarrollo económico de toda nación.
¿Qué entendemos por crecimiento económico y desarrollo económico?
Durante muchos años la economía peruana se viene desenvolviendo en un contexto de poca claridad en lo que respecta al crecimiento económico y como consecuencia al desarrollo económico. Dos conceptos distintos, por cierto. El primero, según el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), es el resultado del aumento de la producción de bienes y servicios. Por ejemplo, cuando el crecimiento económico aumenta influye en la generación de mayores puestos de trabajo.
Mientras que, en el lado del desarrollo económico, hay varias teorías que emergen desde hace varios años deseando definir correctamente dicho concepto. Por un lado, Lewis (1956) relacionándolo a las tasas de ahorro e inversión; Meier (1995) definiéndolo como el cambio estructural en la economía; Acemoglou et al. (2012) ligándolo directamente a la institucionalidad; Bernajee y Duflo (2012) con la mejora de oportunidades de los pobres; entre otros muchos. Lo cierto es que todos los escritos sobre este tema llevan a uno importante: Bienestar.
Economía y política
El ritmo de crecimiento peruano al parecer viene agotándose lentamente sin que los peruanos nos demos cuenta. Solo veamos las cifras para tenerlo claro. Si comparamos cuánto crece la economía peruana en los últimos 20 años; en los 10 años; 5 años y 2 años, respectivamente, veremos que en el primer caso esta crece 4 % anual; luego 2 % anual; 1.3 % anual; y por último 1.4 % anual. Definitivamente, apagándose lentamente.
Si nos centramos en las variables que en su momento dan a conocer a la economía española en una situación poco favorable y con un rey Fernando VII sin timonel, veremos algunas situaciones que pueden generar cierta suspicacia de nuestra economía y política.
Al analizar la política fiscal del Perú, hay variables que debemos tomar muy en cuenta. Primero, la recaudación tributaria y lo analizamos desde una visión de largo, mediano y corto plazo. La presión tributaria, que nos es otra cosa más que la división entre la recaudación tributaria total respecto al PBI, en el 2004 se ubica en 18.4 % según cifras del BCRP. Haciendo un breve ejercicio para su mejor entendimiento. Si tenemos S/100 millones como PBI, recaudamos apenas S/18.4 millones. Así, en el 2014 se ubica en 22.1 %; en el 2019 en 19.2 %; y al 2024 en 18.7 % respecto al PBI. Es decir, si hacemos una evaluación de su crecimiento, esta crece en apenas 0.3 % en los últimos 20 años. Realmente, ningún avance y sin ningún programa sólido de recaudación, principal fuente de nuestro erario público.
La segunda variable más importante, el gasto público. Hagamos el mismo análisis de períodos. En el 2004 se ubica en 17.6 % respecto al PBI; en el 2014 en 21.4 %; 2019 con 19.6 % y el 2024 con 20.8 %. Es decir, aquí si hay un trabajo para incrementar nuestro gasto público. Lo curioso es que los gastos suben, pero los ingresos bajan. Ud. debe preguntarse como padre de familia ¿cómo lo sostengo tratando siempre de ver el equilibrio familiar?
Tercera variable, la deuda pública. En el 2004 se ubica en 36.6 % respecto al PBI, 2014 en 3.0 % (¡impresionante!), 2019 en 12.7 % y en el 2024, 23.5 %. Ello responde a la pregunta: Endeudándonos. ¡El peor camino!
No obstante, tenemos una cuarta variable, el ahorro fiscal. Al 2005, según cifras del Banco Mundial, se ubica en 20.7 % respecto al PBI; y en el 2024 en 25.0 %. Solo un dato positivo puede generar cierto colchón para el próximo gobierno venidero.
Por lo tanto, la enmienda del ministro de Economía de que el gasto público no excedería el 2.2 % devela la falta de coordinación y liderazgo. Creo que conocemos cómo acaba esto.
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(*) Economista, director de la Escuela de Economía de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo.
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