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EL AJEDREZ POLÍTICO DEL 2026: ¿Alianzas estratégicas o pactos coyunturales?

Escribe: Roger Santa Cruz Carranza (*)
Edición N° 1413

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Con el cierre del plazo legal para la inscripción de alianzas electorales, el escenario político peruano rumbo a las Elecciones Generales de 2026 comienza a definirse. El 2 de agosto, hasta las 23:59 horas, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) recibió las solicitudes de cinco coaliciones, integradas por 11 organizaciones políticas, para competir por la presidencia, el Congreso y el Parlamento Andino.

Este paso abre una etapa crucial en una contienda programada para el 12 de abril de 2026, donde la fragmentación del voto vuelve a ser un problema central para la gobernabilidad. Pese a los intentos de agruparse, las experiencias pasadas obligan a preguntarse si estas alianzas serán realmente funcionales o solo acuerdos coyunturales con fecha de caducidad.

Las cinco alianzas en competencia

De acuerdo con información oficial del JNE y de los voceros partidarios, las alianzas formalizadas son:

Unidad Nacional: conformada por el Partido Popular Cristiano (PPC), Partido Unidad y Paz, y Peruanos Unidos: ¡Somos Libres! Presenta como precandidato presidencial al congresista Roberto Chiabra, bajo la premisa de coincidencias programáticas de derecha.

Ahora Nación: formada por el Partido Ahora Nación y Salvemos al Perú, con Alfonso López Chau como postulante. La solicitud inicial fue observada por falta de documentos y, posteriormente, Salvemos al Perú decidió retirarse, dejando incierto su futuro.

Fuerza y Libertad: unión de Fuerza Moderna, liderada por Fiorella Molinelli, y Batalla Perú, de Zósimo Cárdenas, gobernador regional de Junín. Molinelli, cuestionada por su gestión en EsSalud durante la pandemia, encabeza la fórmula presidencial con un discurso de centro, enfocado en modernización del Estado y descentralización.

Venceremos: alianza de izquierda entre Voces del Pueblo, de Guillermo Bermejo, y Nuevo Perú por el Buen Vivir, de Vicente Alanoca. Si bien mostraron constantes fricciones durante el gobierno de Pedro Castillo, la candidatura presidencial será definida por sus bases, con Alanoca y Bermejo como opciones visibles. Unidad Popular, inicialmente considerada, quedó fuera del pacto.

Frente de los Trabajadores y Emprendedores: Luego de no concretar la alianza con Ahora Nación, esta coalición también de izquierda integra a Primero la Gente y el Partido de los Trabajadores y Emprendedores (PTE), que lidera Marco Zevallos, centra su agenda en empleo digno y reivindicaciones laborales.

El filtro del JNE

La inscripción no es definitiva. El JNE, a través de la Dirección Nacional de Registro de Organizaciones Políticas, revisa cada alianza como si fuera una nueva organización: denominación, símbolo, domicilio legal y órganos de gobierno deben estar formalmente establecidos. Varias solicitudes fueron observadas y deberán subsanarse antes del 1 de septiembre de 2025, fecha límite para su habilitación definitiva.

Fragmentación persistente

Aunque la conformación de cinco alianzas reduce el número de competidores frente a las 43 candidaturas iniciales, la fragmentación no desaparece. Si los partidos que no pactaron compiten en solitario, podrían presentarse hasta 37 listas presidenciales, un escenario que dispersaría considerablemente el voto y podría llevar a una segunda vuelta entre candidatos con porcentajes realmente bajos y poca representatividad.

Este tipo de dispersión debilita la legitimidad del ganador y complica la gobernabilidad en el Congreso. Las alianzas buscan, “teóricamente”, sumar fuerzas para superar la valla electoral y evitar este efecto; sin embargo, la historia política peruana muestra que la mayoría fracasa en consolidarse.

Antecedentes poco alentadores

En los últimos 35 años, pocas alianzas han llegado al poder. Ejemplos como FREDEMO en 1990 o Izquierda Unida nunca alcanzaron la presidencia. Las que sí lo lograron, como Cambio 90 con Nueva Mayoría en 1995 o la Alianza Fujimorista en 2000, estuvieron ligadas a la figura de Alberto Fujimori y, en el segundo caso, a un proceso que terminó en denuncias de fraude y renuncia presidencial.

Otros intentos, como Unidad Nacional en 2001 o la alianza entre Unión por el Perú y el Partido Nacionalista en 2006, llegaron lejos en primera vuelta, pero fueron derrotados en el balotaje. El caso más exitoso en tiempos recientes fue Gana Perú en 2011, que llevó a Ollanta Humala a la presidencia.

El PPC ha participado en múltiples alianzas (2001, 2006, 2011, 2016) con resultados dispares, quedándose a menudo fuera de la segunda vuelta. En la última experiencia en 2016 compitió, en alianza con el APRA bajo el nombre Alianza Popular, sin lograr superar la valla electoral del 5 % de votos válidos a nivel nacional ni obtener al menos seis congresistas electos en más de una circunscripción, siendo que de no haberse aplicado excepciones o estrategias legales posteriores, habría significado su desaparición formal como partidos inscritos.

Este patrón alimenta el escepticismo sobre la eficacia de las alianzas actuales para asegurar gobernabilidad.

Innovación en la fiscalización

El JNE ha manifestado para este proceso incorporar tecnología para reforzar la transparencia. Burneo anunció el desarrollo de una herramienta de inteligencia artificial, que interoperará con bases de datos judiciales y administrativas para detectar candidatos con condenas o deudas alimentarias.

Ello servirá para agilizar la revisión de candidaturas individuales, aunque la supervisión final seguirá a cargo de revisores humanos. Algunas fechas clave para el cronograma electoral incluyen: cierre del padrón el 14 de octubre, presentación formal de candidatos el 23 de diciembre y registro definitivo el 14 de marzo.

Asimismo, se investiga el uso de firmas falsas en inscripciones partidarias pasadas. Se espera un informe sobre este tema para la segunda quincena de agosto y, de confirmarse irregularidades graves, podría derivar en la nulidad de la inscripción de algunos partidos, reconfigurando el escenario.

Más forma que fondo

En el papel, las alianzas parecen un paso hacia la reducción de la atomización política. Sin embargo, la experiencia muestra que muchas son pactos de conveniencia, diseñados para sortear la valla electoral o repartir cuotas de poder, más que para ofrecer un proyecto coherente y sostenido.

La etapa actual, centrada en la validación por parte del JNE, será decisiva. Pero incluso si todas logran inscribirse, la verdadera prueba vendrá después: sostener la cohesión interna durante la campaña, presentar propuestas viables y convencer a un electorado que ha visto demasiadas veces cómo las promesas de unidad se desvanecen antes de llegar a la segunda vuelta.

El cierre administrativo del primero de setiembre. Será un primer filtro que pondrá a prueba la capacidad real de estas coaliciones para pasar del acuerdo formal a la acción política efectiva. Y en ese tránsito, no todas tendrán la misma resistencia.

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(*) Politólogo | santacruzcarranza@gmail.com

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