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DESCENTRALIZACIÓN O RETROCESO: El tema que puede definir la próxima elección presidencial 2026

Escribe: Yefferson Llonto Caicedo, Brenda Vallejo Mezarina
Edición N° 1418

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Uno de los temas más álgidos de Perú para un crecimiento con equidad y cerrar brechas entre territorios es la descentralización; siendo la política clave que conecta servicios públicos de calidad con la vida diaria de la gente, salud, educación, agua, seguridad y que permite que las decisiones se tomen más cerca de quienes las necesitan.

Ese es, precisamente, el sentido que le da el Estado al incluir un país “unitario y descentralizado” en la Visión del Perú al 2050 y al reconocer que sin fortalecer a los gobiernos regionales y locales no se alcanzarán los Objetivos Nacionales de desarrollo, competitividad e innovación, y democracia y paz.

Lo avanzando y las grietas

En dos décadas de reforma se transfirieron funciones y recursos, y hoy los gobiernos subnacionales ejecutan cerca del 70 % de la inversión pública del país, un peso comparable al de naciones desarrolladas. Pero el propio balance de especialistas y organismos internacionales advierte una implementación desordenada, con débiles mecanismos de coordinación entre niveles de gobierno y una conducción nacional poco clara del proceso, ocasiona que el gasto no siempre se traduzca en mejores servicios.

Por lo que se requiere un compromiso renovado del Estado que ordene responsabilidades, fortalezca capacidades y asegure una gobernanza intergubernamental efectiva. Solo así la descentralización será motor de crecimiento regional y de mejora tangible en la calidad de vida.

El núcleo del debate electoral

La descentralización peruana se diseñó sobre cuatro principios que hoy deberían estar en el centro de cualquier plan de gobierno: subsidiariedad, gradualidad, permanencia e integralidad, requiriendo para ello ejecutar medidas concretas que a continuación se detalla:.

Ordenar el “quién hace qué” con una revisión técnica e independiente de funciones por sector y territorio, que sirva de insumo a una reforma legislativa y a cadenas de provisión de servicios con responsabilidades claras por nivel de gobierno.

Institucionalizar espacios vinculantes de articulación (con metas y sanciones) para coordinar políticas, inversiones y resultados, reforzando mancomunidades y gestión asociada donde tenga sentido económico

Impulsar capacidades y servicio civil subnacional, con diagnósticos de brechas por función y trayectorias de carrera que reduzcan la alta rotación y profesionalicen la gestión

Relanzar la descentralización fiscal: fortalecer ingresos propios, reglas de transferencias compensatorias y estabilizar recursos volátiles (canon), alineando presupuesto con planeamiento.

Transparencia y rendición de cuentas “con dientes”: indicadores de desempeño por servicio, participación ciudadana efectiva y supervisión cruzada entre niveles de gobierno.

Rumbo a las elecciones, los ciudadanos pueden exigir algo simple: que cada oferta presidencial demuestre cómo hará que la descentralización deje de ser un discurso y se convierta en mejores escuelas, postas y obras útiles en su barrio o comunidad. Porque la descentralización, bien hecha, no es una consigna; es una ruta probada para un Perú más justo, competitivo y en paz. Ese debería ser el estándar mínimo del debate.

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(*) Magíster en Ciencias con Mención en Proyectos de Inversión Pública. Economista, investigador Renacyt y especialista en Inversión Pública del Centro Nacional de Planeamiento Estratégica.

(**) Economista de Esan, egresada de la Maestría en Inteligencia Estratégica.

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