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LA LEY DE DARWIN

Escribe: Luis Rolando Alarcón Llontop (*)
Edición N° 1347

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  • Espinoza Vargas no es nuevo en escándalos por supuesta corrupción de lo que hasta ahora ha salido bien parado por falta de pruebas.

El congresista de la república por Áncash, para el periodo parlamentario 2021-2026, Darwin Espinoza Vargas, es desde el domingo 14 de abril el nuevo blanco del periodismo de investigación. Un dominical de destape le halla un buen ato de indicios que lo pondrían -de procesarse como es debido- en el banquillo de quienes desde el sector público cometen delitos de corrupción.

Ha sido el periodista Cristopher Acosta (Plata como cancha, 2021 - Presidentes por accidente, 2023) el autor de una denuncia potente que Espinoza, enfrentado por el hombre de prensa micrófono y cámara sobre el rostro, horas antes de la emisión del reportaje, no ha sabido sortear. Sino más bien declarar supuestas ignorancias de lo pasa a su alrededor que lo enlodan más.

La denuncia es simple como contundente: Activo militante (aún) en el tradicional partido Acción Popular, Espinoza habría usado (todavía en condicional) recursos del Congreso (o sea de todos los peruanos) para hacerse de firmas para crear su movimiento regional propio. Esto incluye 10 millares de papel bond A4, uso de la fotocopiadora de su despacho, la disposición en horario laboral de cuatro o cinco trabajadores a su cargo y el uso de una cuenta oficial de verificaciones que RENIEC cede a funcionarios de su investidura.

Las pruebas ya han sido solicitadas al periodismo por las instancias políticas y judiciales que lo investigarán. Desde el presidente del Congreso hasta autoridades del Ministerio Público. Otros se han bastado con el solo visionado del reportaje: en Acción Popular ya corre un fuerte pedido de expulsión que se concretaría ya mismo.

EN EL CASO “NIÑOS”

Espinoza Vargas no es nuevo en escándalos por supuesta corrupción de lo que hasta ahora ha salido bien parado por falta de pruebas. Ha sido acusado de formar parte del grupo de “Los Niños”, ato de parlamentarios proclives al chicheñó al hoy destituido y preso expresidente Castillo, pero claro no a cambio de nada. También fue señalado por la empresaria de la construcción Sada Goray, entre rejas también, de haberle sobornado con un millón de soles, tampoco por nada.

En cuanto a activismo político relevante, el congresista muestra poco. Pero en redes no escatima de alentar -en slogan de interpretación dual- el nombre del partido cuya formación empujaría ilegalmente y cuyo kit electoral compró nada menos que su hermano. ¿Proyectos de ley? Poco memorables… pero uno parece dejar pistas de tendencias sospechosas: una propuesta para anular la prohibición que pesa sobre los familiares de políticos de contratar con el Estado. Respalda su iniciativa Espinoza, con un simplismo de resignación: la Ley actual no se cumple.

PROBLEMA MAYOR

La corrupción en el Perú registró, en 2023, sus indicadores más altos de los últimos 20 años según informe de Transparencia Internacional (2024). En nuestro país, de hecho, entre las instituciones más corruptas percibidas por los ciudadanos están el Congreso de la República, con el 76 %, y los partidos políticos, con 31 % marcaba un reporte pre pandemia de Proética (2019).  La corrupción en el Perú mueve millonarias cifras, pero nunca son cálculos seguros, sino se advierten más bien como subregistros.

Quiroz (2021) ha escrito que la historia de la corrupción del país se ha escrito con corruptos, pero también con quienes les han enfrentado. A Darwin Espinoza, lo ha echado en las fauces del periodismo de investigación un miembro de su equipo cuya identidad el dominical ha protegido en audio e imagen. Si alguien quiere llamar a eso traición, es mejor recordar que el congresista habría traicionado también y dos veces: al partido que lo llevó al poder y al país que juró honrar, por Dios y por la Patria.

(*) Colaborador y articulista.

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