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“ALMA LAMBAYECANA”: Los Quiroga: El regreso a vivir desde las páginas de un libro

Escribe: Semanario Expresión
Edición N° 1272

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“Alma lambayecana en la mirada de los fotoperiodistas Quiroga. Colección inédita de hace medio siglo”, es un comprometido tributo de un periodista: Larceri Díaz, a la obra de dos colegas ya desaparecidos: los hermanos Teófilo Quiroga Ramos (1933-1989) y Humberto Quiroga Ramos (1937-2001), ambos de la línea del fotoperiodismo”.

Así lo resaltó el doctor Luis Alarcón Llontop durante la ceremonia de presentación de tan importante proyecto, ganador del Ministerio de Cultura 2021, desarrollada con presencia de periodistas, intelectuales de diversas áreas del ámbito regional y representantes de instituciones diversas, que destacaron la importancia de la obra.

El acto de bienvenida estuvo a cargo de la decana del Colegio de Periodistas del Perú, Consejo Regional de Lambayeque, Rosa Amelia Chambergo Montejo. Señaló que la Orden había contribuido con el auspicio y la impresión del trabajo y destacó la participación en ello de entidades públicas y privadas, a quienes expresó el reconocimiento de la institución, así como al Colegio de Ingenieros de Lambayeque, que cedió el auditorio para la ceremonia.

Rosa Chambergo resaltó que la actividad periodístico cultural era la primera de una serie de muchas otras destinadas a celebrar el 40° aniversario del Colegio de Periodistas de Lambayeque, que con mucho esfuerzo han motivado a que esta institución tenga el nivel que se merece.

El valor del producto final

En una extensa alocución, al presentar la obra, el profesor universitario Alarcón Llontop refirió que el mismo Larceri Díaz cuenta que conoció a los Quiroga de redacciones y comisiones. Llegar al acervo fotográfico que luego Larceri Díaz admiraría, ordenaría, limpiaría, seleccionaría, interpretaría, y volvería a admirar en su obra impresa, tuvo su origen en la cesión que la familia de los Quiroga Ramos hizo del histórico material al periodista, dijo.

Alarcón argumentó que más allá de la anécdota que pudo suponer la consecución de los insumos de “Alma Lambayecana. En la mirada de los fotoperiodistas Quiroga…”, “el valor del producto final, este con el que nos podemos regocijar ahora para el deleite del recuerdo y la nostalgia, además de la vida que les ha insuflado a la selección fotográfica inédita, también está en que, con el homenaje de Larceri Díaz a los fotoperiodistas Quiroga, les ha conferido eventualmente un regreso a vivir desde las páginas de un libro que -como decía el poeta- es desde donde se vive mejor. Esta suerte de resurrección indirecta de los Quiroga Ramos regala a sus viejos colegas su remembranza; y a las nuevas generaciones de periodistas lambayecanos el erigir de dos nombres que, si acaso no se recordaban, nunca debieron caer en el olvido, con lo que se deja una lección para investigadores e historiadores”.

“Más allá de lo que ya hizo Larceri Díaz: necesitamos rescatar los nombres y la obra de quienes han forjado las bases de la historia del periodismo regional escrito, gráfico, radiofónico, televisivo, para tener un hilo conductor que nos lleve del dónde venimos, a dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos como oficio y profesión, una asignatura pendiente aún, en la que no solo los académicos debemos hacer un mea culpa”.

“La selección de Larceri sobre las fotos de los Quiroga para “Alma Lambayecana…”, pone en evidencia -su valor obvio y más relevante- el amplio espectro de la cobertura temática de las lentes de los hermanos. En las cinco secciones -Lugares y costumbres, Religión y arqueología, Trabajo, educación y deportes, Balnearios e inundaciones, y Personajes y varios- en las que Larceri Díaz ha compilado las fotografías que desde el blanco y negro nos remontan al recuerdo, lo añoso, lo vintage, prácticamente caben todas las acciones humanas, los sitios, los quehaceres chicos y grandes, en dos palabras, civilización y cultura viva de una región variopinta como lo es Lambayeque”.

“Teófilo y Humberto Quiroga lo mismo supieron perennizar a un indigente desnudo frente a la puerta de un cerrado hospital del Seguro Social, que a un grupo de tejedoras de Ciudad Eten, el marco de dos cactus para mostrar al fondo al reservorio de Tinajones, una panorámica de la Montaña Mágica en el sitio arqueológico de Huaca Rajada, hasta inmortalizar desde el retrato al poeta Nixa o dejar tristes recuerdos gráficos de las inundaciones que supusieron las fatales lluvias de El Niño de 1982 – 1983”.

“Los estrictos códigos del blanco y negro, el dramatismo que había que buscar en las épocas de los Quiroga a los puntos de luz y al matrimonio del claroscuro -primero en la toma entre ajustes de obturadores y diafragmas- y luego en el inviolable cuarto oscuro para el revelado, los encuadres con punto de fuga incluido, el foco en los objetos principales sobre el cual se armonizan otros secundarios, son todos requisitos que los hermanos Teófilo y Humberto conocían y dominaban bien para el registro de sus vistas. Eran épocas de técnica y artesanía lejanas aun al auxilio oficioso y quizás exagerado que la digitalidad brindaría años después a la labor fotográfica, pero que ya los hermanos si acaso los alcanzaría en términos de tiempo en el ocaso de sus años no iban a conciliar para reemplazar lo mágico de las fotos hechas con rollo y buena muñeca en cámaras mecánicas”.

“En la selección de más de 360 fotografías que componen “Alma Lambayecana. En la mirada de los fotoperiodistas Quiroga”, hallo otro valor: es el entregarnos a un Larceri Díaz más gráfico, menos textual. ¿Curioso no? La misma naturaleza de la obra que entrega sobre las fotos de los Quiroga lo conminan a despojarse de las ataduras únicas con la palabra, lo escrito, para inclinarse ante el poder de las imágenes. De la docena de textos en su haber, Díaz Suárez -hombre de letras- ha tenido que pactar con el recato textual pero nunca con el silencio. Y hacer suya la sentencia de Oscar Wilde: Hoy escribo poco porque tengo mucho que decir. Larceri Díaz, así, con la madurez y la humildad del periodista inequívoco, recorrido en el regocijo de las palabras, sabe dejarle el protagonismo a las gráficas esta vez y se reserva el sentido de sus intervenciones de una manera cautelosa, sutil, discreta, casi en un mirar cada foto desde el lugar que confiere observarlo todo desde una esquina. Cumple hoy más que nunca Larceri Díaz, el axioma de Fernando Savater sobre la penitencia del texto: apelar a la brevedad, la concisión, escribir estrictamente lo necesario”.

“Finalmente, la entrega de “Alma Lambayecana. En la mirada de los fotoperiodistas Quiroga. Colección inédita de hace medio siglo”, no es una obra sólo de los hermanos Quiroga Ramos ni solo de Larceri Díaz. Es claramente un trabajo colectivo entre los tres.  Donde los fotoperiodistas dialogan con el editor. Conversan -sigo insistiendo mejor en un animado bar en vez de en una bulliciosa redacción- con el colega y amigo Díaz Suárez respecto al sentido y alcance de cada pieza seleccionada. Discuten -como no, airados quizás- sobre tal escogencia y las fotos relegadas. Concilian la elección al final entendiendo que cada selección no puede ser sino subjetiva, el periodismo es subjetivo. Le aconsejan los dos Quiroga a Díaz Suárez susurrándole al oído el tratamiento más adecuado que podría rescatar de mejor manera las vistas del texto. Revisan la maqueta final a la caza de posibles errores y deslices. Dan el sí para la impresión. Se congratulan los tres del trabajo hecho y se agradecen entre sí por esta empresa de mostrar parte del legado de los fotoperiodistas a su región, Lambayeque. Y entienden ellos desde el más allá y Larceri entre nosotros que la obra merece como toda obra bien hecha, un fuerte aplauso, un brindis a copa alzada, una sentida celebración”.

Una historia poética

Más adelante, el autor Larceri Díaz, contaría lo relacionado con la realización de este proyecto que, dijo “comenzó casi como un juego, luego de que se me otorgara negativos que habían estado guardados por más de veinte años. Cuando comencé a observar los negativos al trasluz de mi ventana, mi primera impresión fue que este material contenía gran parte de la maravillosa historia poética de todo Lambayeque. Es decir, era una verdadera joya”, dijo.

Mencionó que, con su esposa, la periodista Jesús León Ángeles y su hija, la comunicadora social Milagros Díaz León, seleccionaron los mejores negativos de fotografías en blanco y negro, que se escanearon, convirtieron en positivo, limpiaron, retocaron y analizaron para los textos de cada imagen, trabajo que les demandó cerca de seis meses, el año pasado y a quienes agradeció por su especial empeño.

También tuvo frases de agradecimiento para los familiares de los Quiroga que le permitieron la realización de este proyecto, al Colegio de Periodistas de Lambayeque que, en la persona de su decana Rosa Chambergo recibió con mucha emoción y responsabilidad el encargo de contribuir a su publicación; al Ministerio de Cultura, por escoger a este como uno de los proyectos ganadores y a las entidades públicas y privadas que apoyaron en la realización de la obra.

“Este documento viene a cubrir la ausencia de libros, que en Lambayeque y el país registren en fotografía la historia de nuestras ciudades; formas de vivir y actuar en sus costumbres; reliquias arquitectónicas y arqueológicas; el laborioso trabajo campestre; la artesanía e informalidad comercial; la belleza de sus mujeres; los balnearios y playas; sus pescadores y bañistas; los estragos de lluvias e inundaciones; los deportes que vivimos; las calles que la modernidad amplió o de edificios que fueron destruidos por otros modernos; así como de personalidades que hicieron noticia en su momento, entre otros temas. Aquí no hemos abordado el trabajo técnico de los fotoperiodistas. Presumimos que ellos tampoco se detuvieron a pensar en ello; lo que quedará para un estudio profesional de los especialistas en fotografía”, señaló.

Agregó que “quienes de niños caminamos las adoquinadas calles de esta parte del Perú, vimos con asombro cómo varios paisajes de la vida citadina iban cambiando, para bien o para mal. Para bien, porque se ampliaban vías y se levantaban nuevos edificios. Para mal, porque poco a poco desaparecía la historia que vivimos en determinados lugares. Gracias a Dios, he sido testigo de todo ello”.

Dijo finalmente que el trabajo está dedicado a todos los periodistas y en especial a los fotoperiodistas que registran el día a día, desde su mirada, el alma lambayecana; asimismo al fotoperiodista Luis Rodríguez Sánchez, muerto en el cumplimiento de su deber durante esta pandemia. También lo dedicó a sus hijos: Larcery, Víctor, Deysi, Milagros y Fabián.

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